“La transformación digital empieza con un pequeño paso que rompe una dinámica”
Fran Vázquez es uno de los referentes en transformación digital aplicada a la industria. Consultor y estratega con más de dos décadas de experiencia, está especializado en posicionamiento online, analítica digital y gestión de datos, lo que le ha llevado a liderar y participar en proyectos estratégicos tanto a nivel nacional como internacional para compañías como INDRA, Vodafone, Tuenti o Ebro Foods, así como en iniciativas de comunicación digital para instituciones públicas como la Junta de Andalucía y la Junta de Extremadura.
Además, cuenta con una larga experiencia como formador, es colaborador habitual en medios de comunicación y un activo ponente en convenciones profesionales. Precisamente, lo pudimos escuchar en la última Jornada de Techsolids, celebrada el pasado 27 noviembre en Pinto (Madrid).
Pero es, sin duda, su capacidad para traducir lo tecnológico a un lenguaje empresarial claro, su principal fortaleza. Así, su labor va más allá de la formación: ayuda y acompaña a directivos y equipos para que vean lo digital como una palanca estratégica para mejorar procesos y abrir nuevas oportunidades de negocio.
Llevas más de dos décadas ayudando a empresas a entender y a aprovechar lo digital. Miremos atrás ahora. ¿Qué crees que ha cambiado más en estos años, la tecnología o la mentalidad de los que dirigen estas empresas?
Yo creo que la tecnología está evolucionando a una velocidad impresionante, pero lo que realmente ha cambiado y está cambiando aún es la mentalidad. Hace 20 años lo digital era algo que “había que ir mirando”, y hoy día es una condición de supervivencia. Pero lo curioso es que la tecnología suele avanzar más rápido que las personas y la verdadera transformación ocurre cuando los directivos dejan de ver lo digital como un gasto, un parche o una moda y que lo empiecen a ver realmente como una palanca estratégica para mejorar procesos, atraer talentos o abrir nuevos modelos de negocio. Delo que se trata es de un giro mental que, aunque lento, está siendo el auténtico motor del cambio.
Muchos te definen como alguien capaz de “traducir lo tecnológico” al lenguaje de negocio. ¿Cuándo descubriste esta capacidad, esta virtud, por decirlo en otras palabras?
La descubrí por necesidad más que por virtud. Me di cuenta que si queríamos que la tecnología aportara valor real tenía que entenderla quien toma decisiones, y hablar de tecnicismos no sirve para nada. Empecé a explicar los conceptos complejos con ejemplos cotidianos, caos reales y vi que funcionaba. Y vi que la gente empezaba a entenderlo. En ese momento, cuando ves que se ilumina la mirada de los que te están escuchando empieza a ser adictivo. Y desde entonces, intento conectar ambos mundos.
Por tu experiencia, ¿qué es lo que más te sorprende —para bien o para mal— del sector industrial cuando se enfrenta a la digitalización -ya sea, hablando de grandes corporaciones o de pymes-?
Para bien, la capacidad de adaptación cuando ven que algo es útil. La industria es muy pragmática y si funciona adoptan rápido estas soluciones. Y para mal, la barrera de la resistencia inicial. Hay muchísimas empresas industriales que esperan tenerlo todo perfecto para dar el paso digital y eso es un freno bastante importante. A veces, la digitalización no requiere la perfección, requiere emplear. A veces dar un pequeño paso ya cambia dinámicas muy importantes dentro de las empresas.
Sueles decir que la transformación digital no consiste en instalar únicamente un buen software, sino en cambiar la forma de trabajar. ¿Lo está logrando el sector industrial en España?
Se están dando pasos importantes, pero aún queda un largo camino. Muchas empresas siguen pensando que digitalizar es comprar una herramienta y eso realmente es solo el principio. La transformación realmente llega cuando se replantean procesos, se rompen esquemas antiguos y los equipos ven que es un medio y no un fin. Cuando ocurre eso es cuando la productividad empieza a a aumentar y el negocio empieza a escalar.
De hecho, dices que la digitalización es, sobre todo, un cambio de actitud. ¿Qué actitud te gustaría ver más en la industria española?
Me gustaría ver más curiosidad. Es decir, más valentía. La actitud digital no es saber programar, es estar dispuesto a revisar procesos, a dejar atrás hábitos que ya no sirven. Al final una organización curiosa aprende mucho más que una experta. Y eso se ve en caa una de las organizaciones que yo he podido asesorar o atender.
Enfocándonos en nuestro mercado, el de la tecnología para el proceso de fluidos, ¿qué errores sueles detectar más en las empresas del sector cuando intentan “subirse al carro digital”?
Hay tres errores bastante comunes. El primero es pensar que todo es marketing digital, y no. Lo digital empieza en los procesos internos, en la gestión de datos. El segundo error es querer digitalizar sin revisar procesos. Si el proceso ya está mal, digitalizarlo solo lo va a hacer más rápido, pero el problema no va a desaparecer. Y el último error es copiar lo que hacen otros sin analizar si sirve para nuestra realidad y necesidad. Cada empresa tiene que encontrar su digitalización y no la de al lado.
Muchas pymes industriales sienten que la IA es “cosa de otros”. ¿Cómo se rompe ese bloqueo mental, esa barrera de la que antes hablabas? Es decir, ¿por dónde se empieza a aplicar IA sin morir en el intento?
Con ejemplos reales y no con promesas. Cuando una pyme ve que puede predecir fallos, reducir costes, automatizar tareas repetitivas, o mejorar la atención del cliente con IA, la percepción ya cambia sola. No se necesitan algoritmos complejos ni grandes inversiones. Se empieza con algo pequeño y ven ese impacto rápido y esa primera victoria genera una total confianza.
Por tu experiencia como colaborador de Techsolids, donde ayudas a dar un impulso a la formación y a los proyectos de digitalización, ¿qué necesidades estás detectando en el sector y qué soluciones se han puesto ya sobre la mesa?
Por el momento veo tres necesidades: la formación, es decir, entender para qué sirve la tecnología; la estandarización de procesos, ordenar su información antes de digitalizar; y el acompañamiento, alguien que ayude a medir avances los puntos críticos, etc. en Techsolids ya se está impulsando este tipo de formaciones especializadas, ese asesoramiento para proyectos de digitalización y foros donde compartir buenas prácticas. Y esa colaboración está acelerando muchísimo el aprendizaje.
La industria habla cada vez más de datos, automatización e IA generativa. ¿Qué tendencias realmente impactarán en la gestión de fluidos en los próximos años?
Veo tres tendencias claras. Uno, la monitorización avanzada, y mantenimiento preventivo. La suma de sensores más las analíticas nos hace reducir tiempos muertos y posibles fallos e incidencias. Por otro lado, el uso de los gemelos digitales. Poder hacer una simulación en tiempo real para optimizar procesos y anticipar problemas, es un buen punto de partida para que aumente la operatividad de las empresas que se dedican a la gestión de fluidos y a la industria de sólidos. Y por otro lado, todo lo que tiene que ver con la IA aplicada a la decisión operativa: ajustar parámetros, detectar anomalías o recomendar ciertas configuraciones sin intervención humana creo que están en los puntos más importantes de tendencias. Y todo esto no es futuro, ya está ocurriendo y lo importante es integrarlo y adaptarlo a cada digitalización que requiera una empresa del sector.
¿Estamos preparados para un sector industrial que tome decisiones basadas en datos? ¿O aún queda trabajo para que la cultura empresarial acompañe?
Yo creo que técnicamente sí, pero culturalmente todavía no. Hay empresas que son muy avanzadas y otras que toman decisiones por experiencia acumulada o por inercia. Y yo creo que la clave es ir creando una cultura en donde el dato no compite con la experiencia si no que la complementa. Ese equilibrio es el que es realmente poderoso y el que es un factor diferencial.
¿Qué habilidades deberían adquirir los profesionales industriales si quieren ser relevantes en esta nueva etapa?
Son tres áreas importantes las que deberían adquirir los industriales. La primera de ellas, adquirir competencias básicas digitales, es decir, comprender datos, interpretar dashboards, usar herramientas digitales, sería el primer paso y el básico. Por otro lado, la capacidad de aprender continuamente. Lo que hoy es nuevo, mañana será estándar, por lo que hay que estar continuamente proactivo y autodidacta. Y por último, el pensamiento crítico y la capacidad de cambio.
¿Qué aporta un Salón como Expofluidos a un sector que vive un momento de transición tecnológica?
Para mí aporta algo esencial: ver el contexto. Es un Salón que te permite ver tendencias, tocar tecnologías, ver casos reales, hablar con proveedores, conectar con empresas que están resolviendo los mismos retos… Expofluidos es un espacio donde la industria deja de mirar solo hacia dentro, y empieza a compararse, a inspirarse, a replantear ciertas cosas vinculadas a esta transición tecnológica que está cambiando los modelos de negocio y la manera en la que se desarrollan las actividades en este tipo de sector industrial.
Como consultor, ¿qué tipo de conversaciones te gustaría escuchar en los pasillos del Salón?
Me gustaría escuchar lo que yo llamo “conversaciones valientes”, menos “hemos venido a ver lo que hay” y más “hemos venido a ver cómo podemos mejorar este año”, “esto podríamos aplicarlo en nuestros procesos”… Al final, cuando los pasillos se llenan de preguntas la transformación se acelera.
Y finalmente, para acabar. Después de tantos años evangelizando en lo digital, ¿qué te sigue motivando a seguir haciéndolo?
A mí me motiva la sensación de que siempre hay alguien al otro lado que necesita entender por dónde empezar. Yo siempre digo que la tecnología es una excusa, porque lo que realmente a mí me motiva es acompañar a las personas en su proceso de cambio.


